Tras el descubrimiento del protón, efectuado por Ernest
Rutherford en 1914, se llegó a la conclusión de que el núcleo atómico estaba
formado por protones. El desarrollo de precisas técnicas de medida de masas de
átomos y de núcleos atómicos puso de manifiesto que la masa de un núcleo es
siempre mayor que la masa de un número de protones igual al número de
electrones del átomo correspondiente. Este exceso notable de masa indicaba que
otras partículas pesadas, junto con los protones, constituían el núcleo atómico.
Por sí sola, la presencia de electrones en el núcleo no podía
justificar tan importante diferencia de masa, ya que la masa del electrón es
más de mil ochocientas veces menor que la del protón, sin embargo podrían
neutralizar la carga de los protones de modo que el número de cargas positivas
en el núcleo resultase igual al de cargas negativas en la corteza electrónica.
De este modo se conseguía explicar la emisión de partículas β,identificadas
como electrones, en los fenómenos de desintegración radiactiva. El núcleo
estaría formado entonces por protones en exceso y electrones.